Entrelíneas, cotas, y sobre todo en las diagonales quedan atrapados todos los espacios que se contienen en este lugar, todas las formas en potencia están aquí, y aquí queda incluida esta arquitectura posible con el mínimo de masa y el máximo de inercia. El espacio de la agricultura en Vecindario nos muestra todas sus condiciones de paisaje (geografías, superficies, líneas), acotando lindes, utilizando el instrumento de la geometría en la tierra para constituirse en lenguaje arquitectónico propio.
Entre el cielo y sus nubes, el espacio queda atrapado “entrelíneas”, como una red de figuras que aparecen en infinitas posiciones, atravesando todos los espacios posibles de la estación. La agrupación generada, donde a partir de cualquier punto se pueden ver todos los demás, y ninguna barrera impide el modo en que atrapamos el espacio en su totalidad. La luz, guía de un punto en sombra a otro iluminado, y así sucesivamente. Todos los espacios son posibles, podemos casi atravesar todos los itinerarios deseados. En el ir y venir de una posición a otra, el solar se define con nuevas huellas; a las condiciones de la geometría se le suman las visiones del mar desde ese lugar, el programa, las condiciones climáticas (el viento y el soleamiento), los recorridos por aquel lugar y todos sus espacios (llegada desde Vecindario, aparcamiento, etc.). Los fondos del paisaje se enhebran con el edificio entrelineas, bajo las condiciones que impone el esqueleto de la arquitectura, o piel envoltorio de la estación alcanzando el mayor grado posible de libertad de la misma.
DATOS TÉCNICOS
ARQUITECTOS: Pedro Romera García, Ángela Ruiz Martínez |Romera y Ruiz Arquitectos S.L.P.|
COLABORADORES: Paula Cabrera Fry, Daniel Domínguez, Jorge Hernández y Rocío Narbona Flores |ARQUITECTOS|